Lula , nuestra chica guapa.

 

Esta preciosidad es Lula.

Lula a su corta vida, 3 años, ya tiene un pasado muy triste... su antiguo dueño la utilizaba como perra alarma. Lula estaba todo el día atada a una pared con una cadena de metal de apenas un 1 metro que hacía que no pudiera casi moverse, ni resguardarse del frío, la lluvia o el sol y totalmente desatendida durante días.

Por suerte este pasado horrible no ha dejado mella en su buen carácter y Lula es una perra extraordinaria, muy cariñosa, sociable, casi sin miedos, ya esterilizada que está deseando encontrar una familia que la quiera por ser ella y no la explote.

Ahora mismo Lula vive en las instalaciones del Rebrot de la Vida pero le hemos prometido que pronto conseguiremos una adopción o una acogida para ella, porque se lo merece todo después de la vida que ha llevado.

Por favor ayúdanos a encontrarle una acogida o adopción, Lula necesitaría una casa que tuviera jardín, porque pensamos que le costaría mucho adaptarse a un piso, o una persona que la acogiera o adoptase que sepa sobre adiestramiento o tenga mucha mano con los animales, porque estamos enseñándole a ir con correa pero aún le cuesta.

Lula es una perra maravillosa que ya ha sufrido bastante.

 




El Rebrot de la Vida

A veces la gente se pregunta si la vida tiene sentido. Y si merece la pena vivirla. Al fin y al cabo, cuando desaparecemos, no dejamos mucho más que trastos inútiles que estorban, por lo que no es raro sorprenderse a uno mismo pensando “¿de qué le sirve al mundo que yo puntualmente forme parte de él?”.

Pues bien, cuando en algún momento mi cabeza me ha asediado con esas preguntas, sólo he podido llegar a la conclusión de que la utilidad de una vida consiste en dejar algo que trascienda a nosotros mismos y a nuestra finitud. Es decir, en ser útiles para los demás. En ayudar, en hacer feliz a alguien... en dejar algo que no nos vayamos a llevar con nosotros cuando desaparezcamos de aquí. Todos nuestros logros egoístas se desvanecen cuando dejamos de existir, pero todo lo que hayamos hecho por los demás hará que nuestra vida ya haya valido la pena. Se quedará aquí cuando nosotros no estemos.

¿Y a qué viene todo esto? Pues a que así es como decidí pasar a la acción. Luchar por un mundo mejor, sembrar felicidad y amor y mejorar la vida de todo aquel que lo pudiera necesitar, siempre que estuviera a mi alcance, y “todo aquel” incluía familiares, amigos, vecinos, gente que no conociera de nada pero que pudiera necesitar ayuda, animales que esperan tras una reja una vida mejor y sólo encuentran la frialdad humana y la muerte, o incluso esos otros que, si nada cambia, acabarán en nuestro plato.

Han pasado muchos años desde entonces, y ellos, los animales, los más necesitados, son los que han dado sentido a un proyecto que a base de esfuerzos y mucho tesón se está haciendo realidad. Ellos protagonizan la historia, la historia de un propósito que poco a poco se va forjando y tomando forma. Ahora les ayudan, les ayudamos, varias personas, gente que he ido conociendo, corazones de oro que brillan entre la multitud y ofrecen su grano de arena para construir un lugar más cálido y dar a los verdaderos sin voz todo lo que necesitan. Creo que nunca podré expresar como se merece toda la gratitud que siento hacia todo aquel que me ha ayudado a ayudarles, a todos los que han decidido formar parte de esto, de este hogar donde no hay distinciones de especie, donde un cordero tiene nombre y no precio, donde un perro abandonado encuentra afecto y alimento, donde gatos, cabras, gallinas... y tú y yo tenemos cabida, donde todos somos iguales, donde los animales empiezan una nueva vida.

Por eso, desde El Rebrot de l'Horta, asociación a través de la cual financiamos este proyecto cultivando verdura ecológica, queremos presentar El Rebrot de la Vida, centrado en ellos, en sus vidas, que rebrotan cuando estaban condenadas. Mediante este colectivo, queremos dar una nueva vida a todos los animales que nos sea posible, cuidarles, alimentarles, darles cariño y un hogar, gestionar adopciones...

Puede parecer absurdo vivir para entregar tu vida a una causa, a otras vidas, a los animales, a una idea, pero es gratificante mirar a un animal a los ojos y saber que si no te hubieras cruzado en su camino, su suerte habría sido bien distinta. Sentir que no sólo no formas parte del engranaje que trata a los animales como medios y como productos, sino que además eres una pequeña herramienta que ayuda a desmontar ese maldito engranaje, proporciona una enorme sensación de anormonía y paz con el entorno. Y guiados por esta sensación trabajamos para ellos, los animales, en El Rebrot de la Vida, desde hace ya más de un año, viviendo sin provocar sufrimiento y tratando de evitar dolor a aquellos animales que lo padecen por nuestra culpa.

Pero aún queda mucho trabajo que hacer, dentro y fuera de este hogar, su hogar. Hay mucho que luchar y mucho que cambiar. Necesitamos mejorar las instalaciones, acondicionarlas, ampliar el espacio para que los habitantes de este hogar se sientan cómodos, darles una buena alimentación, informar a la población de la posibilidad de vivir sin dañar, difundir el mensaje: el de la necesidad de cambiar de paradigma. Ni el planeta ni sus habitantes nos pertenecen. No somos sus dueños, no son nuestra propiedad, y tenemos la capacidad de vivir sin prejudicarles. Hagámoslo.


¡Muchas gracias!